TESTIMONIOS

En esta página recogemos testimonios dejados por supervivientes del penal. Se trata de simples frases, que tienen un denominador común: el hambre. Todas esas frases sirven para ilustrar muy bien las condiciones de ‘vida’ del penal de Valdenoceda y la forma en que malvivían y malmorían nuestros familiares. Además, este recuerdo, que quedará vivo para siempre, nos da una idea clara de cómo eran los represores, del odio que sentían hacia personas que simplemente pensaban distinto y de hasta dónde puede llegar el fascismo en su represión contra otras personas.

Si tienes una frase, un simple testimonio corto, no te la quedes, compártela con nosotros. Que lo que pasó no lo borre el tiempo, que no lo borre la Historia. Envíanos lo que quieras al mail: valdenoceda.exhumacion@gmail.com

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«Recuerdo, como todos, el hambre. Tanta hambre tenía que mis mejores sueños estaban protagonizados por algo tan simple como una barra de pan. Soñaba con pan. ¿Cuánta hambre puede tener una persona para que sus mejores sueños sean un simple trozo de pan?»

«Nuestros carceleros llamaban a la causa de las muertes de los presos ‘colitis epidémica’. Evidentemente, no había epidemia de colitis, no podíamos transmitirnos la colitis de unos a otros. El único culpable de esa ‘epidemia’ era el Régimen, que nos condenaba a malvivir, a malcomer y a malmorir»

EL PATIO

«En Valdenoceda no se disparó ni un solo tiro. El Régimen, simplemente, dejaba morir a los presos de hambre»

«El techo estaba lleno de chinches. Era como una mancha negra. Cuando anochecía, la ‘mancha’ bajaba por las columnas y todas las noches sufríamos centenares de picotazos de chinches»

«Nos trajeron a Valdenoceda en vagones de tren cerrados, peor que si fuésemos ganado»

«La gente, aquí, se moría de hambre. No había comida»

«En Valdenoceda, la enfermería no existía. El cuarto que llamaban ‘enfermería’ estaba infecto y los hombres quedaban allí, tirados en el suelo, esperando la muerte»

«No había alimentos. Si íbamos a enterrar a algún compañero, los vecinos del pueblo nos tiraban patatas y nos las comíamos crudas, antes de que nos las quitasen los guardias»

«Las celdas de castigo estaban en el sótano y por ellas pasaba el canal del Ebro. Cuando el Ebro crecía, se oía al preso gritar  ‘¡Sacadme de aquí!'»

«Los pobres se morían de hambre. Todavía recuerdo cómo se abalanzaban sobre las patatas crudas, comiéndoselas como si fueran manzanas, cuando salían a llevar al muerto hasta el cementerio» (relato de un vecino del pueblo)

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