JULIÁN RECUPERA AL ABUELO

Intervención de Julián de la Morena, nieto de Alfonso de la Morena Prado, durante la recogida de los restos identificados de su abuelo. 

A mi abuela y a mi padre. Pobres, cuanto dolor tuvieron que soportar. La abuela, buena y santa, que recibió la noticia de la muerte del marido, en el velatorio de su hija Alejandra, de 11 años, de boca de uno de los familiares de los presos, porque ni para dar la noticia fueron personas dignas los criminales; que vio morir a otro de sus hijos, de 16 años, quizás por el sufrimiento que ennegreció la casa. Mi padre, Félix, a quien tanto amo y recuerdo, que murió a los 42 años, con la tristeza de haber vivido la amargura de la crueldad de los salvadores de patrias. A mi madre, que siempre supo estar a su lado, ejemplo de amor y ternura.

 A mis tías, Francisca y Felicidad, fallecidas. A mi tío Balbino, que la enfermedad no le ha permitido conocer la noticia del abuelo, que ha llegado para él demasiado tarde.

 “Querido abuelo:

Gracias por ser como fuiste. Yo quisiera ser como tu. Fíjate, muchos de los que ahora visten tus colores, nos critican y nos piden que os dejemos en paz. Y yo no lo veo así; yo quiero recordarte, honrarte y ser digno de ti. Ahora, que te conozco, entiendo mucho mejor a mi padre, tu hijo Félix, entiendo su altruismo, su generosidad, su talento,  su saber estar, su amor a la familia, su insumisión a los poderes, su rebeldía ante los caciques, su preocupación por la educación y la cultura.  Entiendo que arriesgara su vida en el desescombro del hundimiento de una casa, donde vivía un amigo, y en la que recuperó varios cadáveres, algunos de ellos niños, y que le costó varios meses poder apenas comer y conciliar el sueño. Entiendo su  valentía cada vez que se producía un incendio en la sillería de Montés, cuando con un cubo de agua acometía los sitios más arriesgados. Entiendo que le quisieran y le buscaran aquellos niños impedidos del barrio, para los que siempre tenía un “puñao de torraos”, de panchitos o lo que fuese, y una caricia en sus rostros.  Y TODO ESO LO APRENDIÓ DE TI, porque yo, gracias a la “memoria”, te conozco y sé que los valores de mi padre le vinieron de ti.

Aquí están también tus nietos y biznietos que te quieren y te admiran.

Abuelo, gracias por el legado que nos has dejado. Descansa en paz y en la tranquilidad de que hiciste lo que tenías que hacer: ayudar a tu pueblo, aun a costa de tu vida.

Te vamos a llevar con la abuela, tu abnegada esposa, para que juntos encaréis lo que tenga que venir, Dios sabrá, con la fuerza que da la paz de la conciencia tranquila.

Para esto sirve la “memoria”, al menos la de los hombres buenos,  justos y honrados, como tu y tantos otros. GRACIAS ABUELO. GRACIAS  ISAAC, JOSÉ Mª, PACO ETXEBERRÍA, MANOLO, PACO, JIMI, MARISA, BERTA, ALMUDENA, LUIS, FERNANDO, ÁNGEL, COMPAÑEROS DE UGT DE ALDEA. GRACIAS A MI ESPOSA Y A MIS HIJOS, A MIS HERMANOS, CUÑADOS, SOBRINOS, TIOS, PRIMOS, AMIGOS POR VUESTRA COMPRENSIÓN Y AYUDA. GRACIAS A TODOS LOS QUE HABÉIS HECHO POSIBLE ESTE MOMENTO Y A TODOS LOS QUE NOS HABÉIS HONRADO CON VUESTRO ACOMPAÑAMIENTO Y ALIENTO.”

Julián de la Morena, recibiendo los restos de su abuelo de manos del forense Francisco Etxeberría

Julián de la Morena, recibiendo los restos de su abuelo de manos del forense Francisco Etxeberría

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