EL EDIFICIO DE NUESTROS ANTEPASADOS

Desde Francia, Tomás nos envía esta carta, junto con una serie de documentos. Éste es su texto:

Estimados compatriotas. Mi abuelo Máximo Gutiérrez y mi tío Teófilo Gutiérrez pasaron por allí.
Máximo falleció en el hospital cárcel militar de Palencia. Mi tío más joven sobrevivió y fundó familia. Nacieron en Arija y trabajaron en la cristalería.

Adjunto os envío los escritos de mi abuelo MÁXIMO GUTIÉRREZ MATA, prisionero en el maldito campo de concentración de Valdenoceda. Estos escritos, en una libreta que podía esconder y otros al reverso de hojas de particiones musicales, son los suyos. Siempre creí que era analfabeto. Su escritura limpia y estilada me prueba lo contrario. Perdón abuelo…
Y por supuesto que con mi edad de 64 años de jubilado ahora, tuve que esperar casi llegar a 52 años para que mi tía, hija suya, Concha Gutiérrez (fallecida este pasado 24 de abril del 2021 con ciento un años y cinco meses), me hablase de ello y me los enseñase. Estuvo también encarcelada tres años, con 16 años de edad en Burgos, tras indagar la autoridad fascista y encontrar una foto del periódico «la voz de Cantabria» donde aparece ella de luto (la única) y su nombre así como el de sus otras compañeras. Su luto era debido al fallecimiento de una hermana por enfermedad.
El mosquete, presunta arma de «terrorista miliciana», según el juicio sumario, que aparece en tal foto era de cartuchos… de sal… y pertenecía al guardián de la Cristalería de Arija.
Son nueve mensajes fotográficos. Y por supuesto en honor, memoria y orgullo mío, os autorizo como sobrino y nieto a su publicación para testimonio y divulgación en vuestra publicación.
Mantengo por igual correspondencia con otra persona encargada de redactar y publicar tales documentos en la red Memoria de las Merindades. 
Así vamos cada uno de nosotros, «poniendo nuestra piedra en el edificio del pasado de nuestros abuelos, padres, hermanos y desconocidos, pero que lucharon por una sociedad más justa y humana en una época en el que el ideal social tenía un alto sentido.
Honor y orgullo nuestro hacia todos ellos».
Tomas Francisco Gutierrez de Ayala.