19 de junio de 2015.-
Hace una semana, pedíamos más información sobre ANSELMO MONTERO HERNÁNDEZ, persona nacida en Majadahonda (Madrid), que fue hecho preso y trasladado a la cárcel de Valdenoceda, donde murió el 3 de agosto de 1941. En los datos que teníamos, sólo se decía que era viudo y que tenía dos hijos. Una persona de México, apellidada Montero, cree que podría ser familiar de Anselmo, pero solicitaba más información.
A día de hoy, ya tenemos más información sobre Anselmo, información que hemos pasado a esta persona, para que investigue, ya en México, sobre su propia historia familiar.
Anselmo, efectivamente, nació en Majadahonda. Pero no vivía en Aravaca (que hoy ya es un barrio de Madrid), sino en de Valdeconejos (que hoy es barrio de Moncloa, Madrid). Nació el 21 de abril de 1882 y tenía, por tanto, en el momento de su muerte 59 años. Era pocero de profesión. Anselmo era hijo de Julián Montero y de Casimira Hernández.
Al finalizar la guerra, fue denunciado por algún vecino, por sus ideas y por su posible pertenencia (no confirmada) a algún grupo, colectivo o sindicato. Cuando fue trasladado a la cárcel de Valdenoceda (en octubre de 1940) tenía 58 años.
Anselmo no tenía un hijo y una hija, sino un hijo y dos hijas. El mayor tenía 32 años y la pequeña, 28 (en octubre de 1940). Estos hijos nacieron, por tanto, entre 1908 y 1912. Es muy probable que, sin padre ni madre y con las familias destrozadas, optaran por el exilio. Y quién sabe si, efectivamente, la persona que nos pide datos de Anselmo y sus hijos puede ser hijo o nieto de los hijos de Anselmo.
Anselmo había sido condenado, antes de su traslado a Valdenoceda, a 30 años de reclusión mayor por «adhesión a la rebelión» (este delito lo utilizó el régimen de Franco para condenar a todos los defensores de la República).
Anselmo tenía instrucción. Sabía leer y escribir. Padecía una cojera muy evidente y esto (unido a la fecha de fallecimiento y a la edad) es lo que valió a los antropólogos para la identificación osteológica de los restos de Anselmo. Si finalmente confirmamos la existencia de un familiar, se realizará prueba de ADN contra un solo resto, lo que reduce mucho los costes y garantiza el éxito.
Ojalá nuestro amigo mejicano, César, pueda indagar ahora en la historia familiar. César nos ha confirmado que el próximo fin de semana se trasladará a Veracruz, en la costa atlántica de México (actualmente él reside en Ciudad de México). Allí viven sus mayores y allí puede recurrir al registro civil de la ciudad.
César nos recuerda que casi toda la gente que fue exiliada a México, después de la guerra, llegó por barco al puerto de Veracruz (son emblemáticos a este respecto los buques Sinaia y Mexique, entre otros). Desafortunadamente, nos dice, los abuelos querían hablar poco de la guerra y de la dolorosa derrota sufrida. Por ello hay grandes vacíos de información familiar.
César pertenece a un grupo de hijos y nietos de exiliados de la guerra civil española que se reúne periódicamente para intercambiar información y datos relevantes, «a la par que para recordar a nuestros valerosos ancestros. Nuevamente mi gratitud para todos ustedes por rescatar la historia y la dignidad de todas aquellas personas que tuvieron la desgracia de encontrarse presos por defender y luchar sus ideales», termina César en su correo electrónico.
Ojalá tengas suerte. Anselmo Montero Hernández merece el regreso con su familia.
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