28 de agosto.- 

A finales de agosto de 1943, días después de la muerte de Doroteo Gayubas Hernando, la Dirección General de Instituciones Penitenciarias cierra la cárcel de Valdenoceda. O eso creíamos, porque nos han llegado testimonios de antiguos presos que estuvieron allí hasta septiembre de ese año.

En 1943 se produjo una primera amnistía y muchos presos vieron reducidas sus penas, cuatro años después del final de la mal llamada Guerra Civil. En esas condiciones, los penales que estaban en peores condiciones y que eran edificios de propiedad privada que se habían construido para otros usos, fueron cerrados.

Así ocurrió con la prisión de Valdenoceda. Un edificio que fue construido para ser fábrica de sedas y que, tras convertirse en una durísima prisión en la que se dejaba a los presos morir de hambre, fue cerrado. Pocos años después, su propietario convirtió el edificio en una granja para aves, que es el uso que ha tenido durante décadas. En la actualidad, permanece cerrada.

En la prisión de Valdenoceda murieron (al menos oficialmente) 153 personas, que fueron enterradas en el antiguo cementerio, en plena calle o en un solar propiedad de la prisión que en los años 70 pasó a ser propiedad, no se sabe cómo ni por qué, de la Iglesia. A estos 153 siempre añadimos, en su Memoria y en la de su familia, a Félix Torres Torres, alcalde de Hoz (un pueblo de Burgos), que fue sacado de su casa, trasladado a Valdenoceda (entonces no existía la cárcel) y asesinado en las inmediaciones del cementerio el 20 de septiembre de 1936.

Estas muertes y la memoria de todos los que por allí pasaron, hacen necesario que mantengamos viva la Memoria, para que nada de lo que allí pasó, de lo que sucedió en España todos esos años, se olvide.

El edificio de la cárcel, en una de nuestras últimas visitas