15 de junio.-
Los testimonios de los supervivientes de Valdenoceda han sido fundamentales para conocer, de primera mano, cómo era la vida (y la muerte) en este penal. A éstos se unían los documentos físicos (especialmente los dibujos de Robledano), las partidas de defunción de los presos (que en su mayoría señalan como causa de la muerte la «colitis epidémica»), los testimonios de los vecinos del pueblo y los exámenes forense realizados por los antropólogos.
Uno de los testimonios escritos más fidedignos que hemos recogido en los últimos años es el de Ernesto Sempere, que con 18 años fue condenado a 20 años de reclusión de ‘adhesión a la rebelión’. Hijo del presidente de Unión Republicana en Ciudad Real (fusilado en aquella ciudad el 17 de julio de 1940), fue trasladado a Valdenoceda muy poco después del fusilamiento de su padre. Ernesto Sempere nació en 1920, en el seno de una familia republicana, progresista e intelectual, comprometida con la izquierda moderada y el Frente Popular. Murió, después de dejar un gran legado, en enero de 2005.
Éstas son parte de sus Memorias, en las que dedica una parte importante a la prisión de Valdenoceda.
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