Mi abuelo no murió pero sí estuvo preso entre sus muros. Pudo haber muerto perfectamente en esta cárcel burgalesa pero, como otros muchos, resistió y pudo terminar sus días de vida junto a los suyos. Ingresó en ella en noviembre de 1942 procedente de la prisión provincial de Burgos, donde a su vez había llegado desde la prisión provincial de Cáceres a comienzos del verano de 1941. Continuar leyendo
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